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EL GRAN PROBLEMA DE LOS PEQUEÑOS El año pasado por estas fechas los Obis– pos publicaron una pastoral en la que; entre otras cosas, pedían a los sacerdotes que no administrasen el bautismo sin una catequesiR previa. · · A mí particularmente me pareció un pri– mer paso esperanzador. ¡Claro que esa ma– nera ·de ver debía .ser complementada con otras párecidas determinaciones en el cam– po de las otras acciones sacramentales! En uno de los encuentros de "pastoral" que tuvimos los sacerdotes de todo el Orien– te en la capital del Estado Monagas, pude comprobar que mi júbilo por tal decisión epis– copal era compartida por la mayoría de ellos. Pero a mí, como a ellos, nos asaltaba una duda en forma de interrogante: ¿seríamos ca.– paces de ponernos de acuerdo todos sobre el asunto? En el transcurso de este año he compro– bado que tal duda e.staba fundada. Y, con pe– na, hay que admitir que no ha habido unidad de acción en este punto clave. Los sacerdotes de esta zona oriental no han sabido -digo así porque está lejos de mí admitir mala vo– luntad -ponerse de acuerdo. así hay Es– tados que han tenido abiertas las compuer- -83-

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