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esto -y se está haciendo-. con algo que trae las mejores intenciones. ¡De esto dan testimonio quienes han tratado de cerca el caso., Por ejemplo el gran espe– cialista Johan Baptist Metz en una de sus última aportaciones, que titula "Teología del mundo", manifiesta su postura sobre el asun– to en estos términos: "La secularidad del mundo -'-tal como surgió en el moderno pro– ceso de secularización y tal como se nos en– cara hoy día de forma globalmente_ más agu– da- ha surgido en su fondo, aunque no en sus distintas expresiones históricas, . no como algo que va en contra o contra el Cristianis– mo, sino como algo que nace por medio del . Cristianismo. Es un acontecimiento original– mente cristiano, y testifica con ello el po– derío intramundano de la "hora de Cristo" en la situación actual de nuestro mundo" (p. 20-21). La "secularización" del mundo es un enun– ciado positivo que. debe engendrar optimis– mo en el espíritu cristiano. Es J.m proceso donde se advierte la vitalidad del Cristianis– mo. Dejar que las cosas sean ellas mismas; no cubrir con vestimentas sagradas a lo que . debe ir con ropaje de calle; aceptar a lo "otro", a lo secular en su no-deidad, en su distinción, sin atarlo al carro de las realida– des sagradas por duro que esto nos parezca. Seguir otro comportamiento es hacer caso omiso de la Encarnación. En ella Jesús asu– mió lo mundano sin violentarlo ni suprimirlo. Lo acogió en cuanto distinto. Por eso llega a decir este teólogo: "El peso específico del mundo crece con el advenimiento de Dios. Dios no extingue la luz de lo no divino, sino que lo hace que luzGa más originalmente; en definitiva para gloria de El". - 76-

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