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CREEMOS EN UN SOLO DIOS Propios y extraños, están alarmados por la situación de "crisis" que la Iglesia está soportando. Estado de tensión motivado, más que por la crisis en sí, por los caracteres que ella pre– senta. No se tr.ata de una simple "crisis de mutación", normal y esperanzadora, signo de desarrollo vital de un cuerpo. Estamos ante una "crisis de destrucción", como la lla– mó Henry de Lubac en 1969. Una situación, por ende;"enfermiza y anómala. Una situación que es la causante de esta alarma general ·. de que hablaba al principio. "Crisis de destrucción" donde se alber– gan el frenesí de la violencia, la contradicción, la protesta y la crítica corrosiva, tan comba– tida por la Autoridad Suprema. El mismo autor describe así esta postu– ra: "Pero es necesario asegurar también -cada día se corrobora con nuevos ejem– plos- que hay una disposición amarga y vin~ dicativa, decidida de antemano ,a no escati– mar nada; una voluntad de denigración, una,_ especie de agresividad que se ejerce a la vez contra el pasado de la Iglesia y contra su existencia actual, contra todas las formas de autoridad, qontr.a todas sus estructuras, a - 61 -
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