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Muy del moménto presente. Me refiero al toque de alerta que este tiempo de adviento lanza .a los muchos que están enrolados en eso que se podría calificar como "asociación de radicales religiosos". Luchan por la im– plantación de la verdad total. Les pone vio– lentos la realidad porque se presenta bastan– te tenebrosa. Se les hace insoportable que la bondad se encuentre distribuida en miga– jas. Quieren adelantar lo que será la visión del cielo. Les estorba todo lo que sea medio. Y es el ciclo adventual quien les enrostra su pecado volviendo a presentar a sus ojos la · manera como Dios quiere llevar su trabajo · adelante, es decir, los. intermediarios. San Juan Bautista, r,nensajero del Altísimo; una voz de hombre 'hablando de los planes de Dios. Nada, que se hace necesario admitir la salvación aunque sean unos labios podri– dos los que la anuncien. Los fariseos olvida– ron culpablemente al precursor del Mesías y cuando Este vino no lo reconocieron. Para los que la Iglesia, Sacramentos, Exhortacio– nes pastorales están de más por cuanto son imperfectas por el tinte húmano que las cu– bre que piensen el caso. ¡Sería triste que se quedase sin Dios aqu~I que con más ardor lo busca! Y por fin desde este instante queda cons– tancia de que Jesús y su Cristianismo son históricos. Han comenzado desde un momen– to y en un lugar. Elegidos por El. Para que no haya duda de que es el Señor. Que su gracia es donación gratuita. Hay que estar bien per– trechos de humanidad. El espíritu ensober– becido que ha creado nuestra cultura tiene aquí poco que hacer. Aquí quedan mis pensamientos. Sólo quería entretener la espera. ("La Religión", 1971). -54-

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