BCCCAP00000000000000000000636

No nos pareció esencial ese comporta– miento de los apóstol!:ls dirigiéndose una y otra vez a las comunidades, que un día reci– bieron la fe. No hemos hecho hincapié en tradiciones · auténticamente perennes, como eran todas esas que tenía la primitiva comunidad cuan– do se trataba efe preparación a los sacramen– tos, de incorporación a la iglesia o de read- /misión a la misma. Largos espacios de tiem– pos, antes y después de dichos eventos, ocu– pados por la predicación del mensaje de Cristo. .Menos mal que el pasado Sínodo de los Obispos ha venido a decirnos a los católicos que hay que evangelizar de verdad. Ya no vale "enseñar catecismo", cuando esto se to– ma, como se ha venido tomando, -en el sen• tido de memorizar un texto de religión hecho de preguntas y respuestas corticas. Que si es verdad que hay que at!:lnder a los niños, no lo es menos que es sobre todo a los ma– yores a los que hay que dirigirse. La Catequesis no es para asegurar nuestra mente contra los embates del descreído o del religiosamente contrario a nosotros. Es pa– r.a aplicar a la vida de los hombres el mensa– je, lleno de luz y calor, de Jesús. Es para ilu– minar las situaciones de la vida con el deste– llo fulgurante de un evangelio que es capaz de lo más. · Es pará hacer cristianos. Hacia .esto, creo, se deben dirigir la ma– yor parte de los recursos. Y debe llevar las mayor es atenciones de los cristianos de hoy. Es necesario hacer esto, aunque conven– ga no dejar aquello. ("La Religión", 1974). - 52-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz