BCCCAP00000000000000000000636
cuando ya está el otro asiéndole por la ca– pucha para gritarle que se deje de pamplinas y grite corno sea y a quien sea el "Evange– lio"· de Cristo. • Ya lo tenernos en ropa de laboreo. • Más su fervor se ve nublado cuando siente sobre sus espaldas manos acusado– ras que lo señalan corno explotador, amigo del dominador extranjero, insensible al su– frir indígena, inmisericorde con su alma cán- dida y simple. · • Opta por abandonar ese sendero, que apenas si estrenó, para prestarse a la man- . dada tarea de abrir corazones a la propuesta de salvación que Jesús trajo para todos los hombres. La extrañeza, primero, y más tarde la perplejidad paralizante se adueñaron de todo él. Los de su mismo barrio -y bastan– tes de sus familiares- le advertían que era una matanza lo .que estaba haciendo. "Que él con muy buena intención, pero con un des– piste psicológico y sin noticia de lo que era la antropología, estaba siendo victimario de un pueblo y de una cultura. Lo acusaban con dos términos que, por su catadura, debían ser de consecuencias trágicas: lo acusaban de genocidio y etnocidio. • ¡Pobre misionero, el miedo que le en– tró! Y la verdad, que no sabía qué hacerse. Porque él conocía aquella frase bíblica de que "antes hay que obedecer a Dios que a los hombres", pero no le era extraña la otra de que "qu),en a vosotros escucha a Mí me escucha, ...
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz