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¿HAY OTRA LETRA MUERTA? En el presente, la crítica es· poco menos que universal. Me refiero a que todos nos consideramos en el deber de meter baza .en todo asunto, cualquiera que sea y aunque nuestra carta sea tan pobretona como un dos de bastos. Y hay un gusto y un atrevimiento espe, cial en remover el pasado, lo de ayer y tras– antier. Quizá sea porque pensamos que no puede defenderse de nuestros ataques por el hecho de haberlo sepultado el tiempo. Pero acontece con harta frecuencia que las car– comidas páginas de un libro o unos papeles de archivo, son el boomerang,. que viene a golpear al desaprensivo inculpador. Viene todo esto a propósito de las Misio– nes Católicas de nuestra Patria, blanco pre– ferido de muchos de los francotiradores ac– tuales. Y es casualmente la historia bien do– cumentada la que va elaborando la defensa de los misioneros ante estos detractores gra– tuitos. Vean un caso. Revolviendo estos días los archivos de la Nación, me encontré con una nota del Ministro de Relaciones Interiores, Sr. Rubén González, quien dirigiéndose al Vi– cario Apostófico def Caroní, Mons. Diego - 201 -
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