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EL EGOISTA QUE NO LEA No hace· falta haber dedicado año alguno al estudio sistemático de la sicología social para auscultar a nuestro mundo. Si usted tie– ne una mínima dosis de observación y algo más de reconcentramiento está habilitado pa– ra hacerlo. Sabrá darse cuenta de los suce– sos donde queda recogida el alma humana y -con las máximas garantías de éxito- los interpretará. En el momento presente, por ejemplo, se está voceando por las muchas esquinas del mundo una mercancía que lleva en su etique– ta el rótulo de "personalidad". Hablan de ella los que se encuentran encaramados en el pel– daño más alto y los pobretones de solemni– dad. Unos y otros consideran que es un pro– ducto la mar de difundido entre los humanos y la ven realizada -los más atrevidos y de puerilidad más patente- en sus mismas per– sonas. Aquí sí que se cumple aquello de "dime de lo que hablas y te diré lo que te falta". Se pregona un producto que no existe o me– jor, que es muy raro. Con ello se manifiesta un ansia por hacerse dueño de una virtuali, dad humana de las más sobresalientes, pero que es "rara avis" en el campo de los com– portamientos vitales. - 147 -