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Con ocasión del Congreso Católico Inter– americano para el Desarrollo Integral del Hombre, Caldera tuvo una ponencia que para los pensadores católicos, más para· los pen– sadores católicos de las más variadas nacio– nes, constituyó una inolvidable sorpresa. Comienza haciendo una constatación: que a pesar de la multiplicidad de credos religio– sos que se dan cita en Venezuela, es un con– suelo para él -ver que entre ellos existe res– peto hacia el otro. "Vengo -son sus pala– bras- en condición de hombre de gobierno, afortunadamente de un país donde todas las religiones, cristianas y no cristianas, viven en forma armónica y contribuyen, en medio de un ·ambiente de respeto mutuo y de con– sideración cordial, a la elevación de nuestro pueblo. Algunas veces he pensado que el pueblo venezolano, donde no se conciben odios ni mucho menos guerras inspiradas por diferencias de signo religioso, tiene razones para sentirse interpretado por el Concilio Vaticano Segundo". En efecto, fue este un Concilio que habló largamente de ecumenismo, es decir, de uni– _dad de fuerzas de · todos los• pareceres y creencias religiosas para levantar y mejorar al hombre necesitado de nuestros días. ¡De verdad que es una pena que, por la obcecación de unos pocos, este lúcido y amis– toso deseo de este formidabe pensador que es Caldera no llegue a cumplirse en nuestro Delta con la exactitud que debiera! Seguire– mos comentando ... ("Oriente", 1972). 138 -
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