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DEL DIARIO DE UN VIAJE ... Y, a sólo unas millas de Tenerife, creí que era llegado el momento de hacer des:fi• lar ante mí las novedades de los dos días . pasados. Siempre he dado fe a, aquello de que las experiencias vividas no valen nada a menos que .se vue'lva sobre ella más. tarde con ánimo de estrujar el preciado jugó que contienen. El último día de noviembre, a última ho– ra; los que hicimos trente al sueño y a lo desapacible de la noche, saludamos respe– tuosamente a esos tres colosos que vigilan · el puerto de Vigo. Todos los conocen por "Islas Cies". A medida qúe el "Begoña" iba poniendo agua por medio, Vigo tomaba todos los ca– racteres de una luciérnaga tumbada en la fal– da del montecillo. ' Nuestra ciudad flotante había salido con varias horas de. retraso. El motivo lo anoto porque tiene mucho de aprovechable para ·los españQles. La esposa del capitán y su .ami" guita se habían .querido hacer importantes llegando a deshora a la recepción a bordo. Para alargar su triunfo vanidoso no vieron otro recurso que hacer la despedida larga y sentida. Y comenzaron a hacer acto de pre~ ...:... 109 ---