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Admitiendo que sí se ha hecho en el campo económico, social y educativo, el Epis– copado cree llegada la hora de atacar el mal en su raíz: la familia, Y para ella piden cultura, capaz de apun– talar los valores religiosos heredados, para que no se diluyan en la ignorancia y el pri– mitivismo. Una cultura que haga ver la fide– lidad, el sacrificio y la entrega como lo ver– daderamehte humano frente a la infantibili– dad que denota una actitud irresponsable y egoísta. Y estabilidad económica acorde con el ingreso de la nación, que no es, ciertamente, de pueblo en vías de desarrollo. Y atención al elemento rural, causa del acordonamiento de las ciudades. En la mayo– ría de las ocasiones se trata de cordones de luto que no de fíesta. Hay una llamada de atención a los me– dios de difusión para que no hagan aún más .irrespirable el ambiente, ya de por .sí bien cargado. Y, por fin, una ley de familia. Con esto no quieren decir los obispos que se carezca de un instrumento jurídico en esta nacióri. Simplemente que se ponga a tono ·con los tiempos: "En dicha ley debe consagrarse a la familia como un todo orgánico que es, con sus valores propios, aunque abierta a la so– ciedad global. De una manera especial debe reglamentarse la igual dignidad de los cón– 'yuges y su paritaria participaci9n en cuanto a las responsabilidades, deberes y derechos
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