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2) Predice la destrucción del templo y la ruina de Jerusalén (Mt 24, 1 Ss.). ) 3) AnuncfaJa traición de.Judas (Jn 6, 71) y las tres negaciones de Pedro (Me 14, 30). MILAGROS: Los Evangelios narran en particular uúos 40 milagros de Jest1-s. y dicen unas 20 veces de modo general que hacía milagros. Se los puede clasificar así: 1) En los seres espirituales: Ocho curaciones de endemoniados. . 2) En los seres materiales: Conversión del agua en yino, calma. !f'e la tempestad, dos pescas milagrosas, dos mtlltiplicaciones i;lel · pa~, caminar sobre las aguas... ' ·3) En los hombres: Tres resurrecciones de muertos (Lázaro .dewúés q.e cuatro días), curación de toda clase de enfermedades, a y~~es a distancia y sin saberlo el .enfermo. 4) En sí mismo: EL MILAGRO MAXIMO DE JE.SUS FUE SU PROPIA RESURRECCION, que indica un dominio absoluto sqbre la. muerte y sobre la vida, que sólo puede corresponder a Dios. Son, pues, muchos los milagros que garantizan la verdad de 1~ cl'oc– trina de Jesús, viéndose bien claro que Dios estaba con El. . . . . . ' . . . . . . . : ·[ Ningún hombre normal puede dudar .de los milagros <;le Jesú~,- ri~- , :i:'rados por muchos testigos y que llevaron tras El a las multitudes. . Sus mismos enemigos los· reconocieron. Pues «convocaron los príncipes· de , los sacerdotes y los fariseos una reunión y dijeron: ¿ Qµé hacemos? ¡Que este hombre hace muchos milagros! Si le dejamos asi'., todos cree– rán en El, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo, y nuestra nación» (Jn 11, 47-48). San Juan, después de narrar en su Evangelio la vida de Jesús toda llena de prodigios, concluye: «Muchas otras se– ñales hizo Jesús- en presencia de .los discípullls, que no están escritas en este libro; y éstas fueron escritas para, que cre~is que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios; y para qüe creyendo ten- gáis la vida eterna en su nombre» (Jn 20; 30-31). . LECTURA CRISTO, A LA LUZ DE LA HISTORIA Jesús de Nazaret es la figura más grande de la historia universal cualquiera que sea la postura que se tome hacia El, de creyente o de no creyente. 97 El Dogma Católico, 6.º,-4
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