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ser Dios. Luego Dios tiene que darles un ser que no existe previamente. Es decir~ tiene quf!, crearlas de la nada. Ciertamente, nadie tendrá nunca razones para afirmar que la crea– ción es imposible. Equivaldría a señalar límites a la omnipotencia de 'Dios. La creación en sí-por ser un acto divino y eterno como Dios--cons– tituye un misterio para nuestra inteligencia. En Dios no cambia nada y, sin embargo, el mundo empie– za a existir. No es correcta la imaginación de un «antes» ante– rior al mundo, pues el tiempo empieza con el mundo; y es ab– surdo un tiempo anterior al tiempo. La creación ( en su sentido pasivo) es el constitutivo de la creatura en cuanto que existe, no por sí misma, sino participando en el ser de Dios. Esta participación no se realiza por división del ser d}virio -que es indivisible-, sino por un acto libre de la voluntad de Dios. 3.-FIN DE LA CREACION La finalidad de Dios al crear el mundo es manifestar su gloria co– municando su bondad. Dios, sumamente perfecto y feliz en sí mismo, no necesi– ta del mundo para nada. Su amor le movió libremente a crear las cosas y especialmente al hombre para hacerle par– tícipe de su felicidad. El Concilio Vaticano I declaró expresamente la plena libertad de Dios al crear el mundo, contra algunos que pensaban que la creación ,sería al· menos una exigencia de la bondad divina. , Esto nos demuestra que la creación es un acto del amor de Dios. Al ponernos en el ser nos deja pendientes de su amor. No nos puso en la existencia para que nos alejáramos de El, sino para tenernos en su compañía. lJO El mal de todas clases que existe en el mundo, no ha sido hecho ni querido por Dios. Ha nacido, más bien, de la defi– ciencia de la creatura. Pero recuérdese ya desde ahora que esta deficiencia eh– cuentra un nuevo socorro divino en la gracia que nos viene por Cristo, quien es corona y fin (personal) de la creación.
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