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~Al principio creó Dios los cielos y la tierra» (Gn 1, 1). Una explicación de lo que est6 significa la: dio muy bien la madre de los Macabeos a su J}ijo pequeño: «Te-pido, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra' y a , todas las cosas .que en eHos hay,r,.y entiendas que Dios fas hizo de la .nada, lo mismo que al humano linaje» (2 Me 7, 28). El Concilio IV de Letrán enseña como verdad de fe que Dios «hizo. de la nada .a la creatura espiritual y corporal-an– gélica y mundana-y también a la creatura humana, que pru:– ticipa de ambas por tener espíritu y cuerpo». El Concilio Vaticano I definió como verdad de fe la crea– ción (en sentido estricto) del mundo por .Dios. La filósofia anterior al cristianismo no había logrado llegar a un concepto puro de creación. Platón y Aristóteles, por ejemplo, creían que a la ordenación del mundo precedió un caos eterno de materia. Otros Jrnaginaban al mµndo como· -saliendo del ser divino como emanación. Las filosofías modernas ·no han hecho más que repetir esos errores. El concepto judío-cristiano de creación afirma una causalidad radi– cal de Dios respecto del mundo, manteniendo al mismo tiempo: - la trascendencia de Dios, o distinción absoluta de Dios respecto del mundo; y · - la dependencia total de las cosas respecto de' Dios, que les ha dado todo el ser sin que se presuponga una ma- teria previa. · · 2.-POSIBILID~p DE LA CREACION . Los materialistas consideran la idea de la creac1on como algo ab– surdo. Según ellos, todas las cosas que existen, proceden de la evolución y cambi9 .de una materia eterna. · Pero creación y evolución responden a dos cuestiones dis– tintas: La creación dice por qué puede existir una cosa que no existe necesariamente, La evolución nos informa sóbre los cambios en esa misma cosa. La posibilidad. intrínseca de la creación-el modo como tiene su efec– to el acto creador-no puede ser comprendido plenamente por el enten– dimiento humano, pues se trata de. un acto específicamente divino. Pero sí se puede ver la razón intrínseca de la posibilidad: Las cosas tienen que recibir el ser de Dios, ya que no lo tienen por sí mismas. Por otra parte, el ser de las cosas es ailgo distinto del ser divino; pues las cosas no son ni pueden 69

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