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Y San Pablo juzga que es una cosa tan sencilla el conocimiento de Dios por la consideración de las cosas creadas, que le parece son inex• cusables los gentiles por su inconsciencia frente al Señor: «Desde la creación del mundo lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las creaturas. De manera que son inexcusables (los gentiles), pues, conociendo a Dios, no le glorificaron» (Rm 1, 20-21). El Concilio Vaticano I propone esta enseñanza de la revelación en los siguientes términos: «El hombre puede conocer con seguridad a Dios, origen y fin último de todas las cosas, a través de la luz de su razón partiendo de las cosas creadas». 3.-DEMOSTRACION DE LA EXISTENCIA DE DIOS POR LA RAZON Demostrar la realidad de una cosa es llegar a conocerla mediante el análisis de otras realidades. (Por ejemplo, conocemos en las huellas so– bre la arena el paso de un ser viviente o, en el paralaje, la distancia de las estrellas). Demostración racional no es lo mismo que explicación científica, en el sentido de experimentación con instrumen• tos técnicos perfeccionados o de conclusión matemática (co– mo se explica por la ley de la palanca la facilidad asombrosa con que una fuerza pequeña levanta un peso enorme). Para esto, Dios tendría que hallarse en el mismo orden de ser que las cosas del mundo: No sería el Dios que buscamos. Los argumentos racionales de la existencia de Dios pueden resumirse en cuatro principales: - La insuficiencia de las cosas creadas. - El orden maravilloso del universo. - La voz de la conciencia de cada hombre. -- La creencia de todos los pueblos. 1) La insuficiencia (contingencia) de las cosas creadas: Todo cuanto vemos y experimentamos-sobre todo nosotros mis– mos-se halla dependiendo en su existencia de las cosas que están a su .alrededor, y que dependen a su vez de otras. Estas cosas mutuamente dependientes se hallan en cambio constan– te-aparecen y se destruyen-. Esto significa que no tienen el ser por sí mismas, es decir, que pueden ser o no ser. 50 Y lo que no tiene el ser por sí mismo, necesariamente de– pende de otro para poder existir. Y una cadena infinita de seres es absurda, pues no existiría un ser primero razón de los demás. Y donde no existe primero no puede haber segun– do ni tercero, etc.

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