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- En la fe, pues todos han de creer lo que los apóstoles predican y «el que no crea se condenará» (Me 16, 16), - En la obediencia al Pastor supremo del rebaño, es decii::, a San Pedro y a sus sucesores, los Romanos Pontíficés': Pues a Pedro le encomendó Cristo apacentar sus ovejas y corderos (Jn 21, 15-17). · · -'-- Santidad· de la Iglesia: La santidad consiste en vivir la vida sobre– natural de la gracia. Cristo quiso que su Iglesia fuera santa: «Yo he venido para que· (mis ovejas) tengan vida y la tengan en abundan– cia» (Jn 10, 10). Y la unión con Jesucristo tiene que prodúcir frutos de vida eterna: «Yo soy la vid, vosotros los sarmien: tos. El que permanece en Mí y yo en él, ese da mucho fruto» (Jn 15, 5). San Pablo escribe: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla» (Ef 5, 25). - Catolicidad de la Iglesia: Católico significa universal, para todos. Catolicidad de la Iglesia significa universaUdad de la misma, destinada a todos los hombres .sin reconocer ninguna frontera. El Reino de Cristo fue ya anunciado por los profetas· co– mo universal: Según Jeremías, en los tiempos mesiánicos « será llamada Jerusalén trono de Dios y en el nombre de Dios vendrán a ella todas las gentes» (Jr 3, 17). Jesús manda a sus apóstoles predicar por todo el mundo: «Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Sama– ría y hasta los extremos de la tierra» (Hech 1, 8). Antes de su muerte El mismo había asegurado: «Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para to– das las naciones» (Mt 24, 14). Por lo mismo que la Iglesia está instituida por Cristo para salvar a los hombres, tiene que estar siempre con espíritu de conquista y tra– bajando por expansionarse donde no se halle todavía. - Apostolicidad de la Iglesia: Apostolicidad quiere decir que la Igle– sia ha de estar regid~ por sucesores legítimos de los apóstoles, que de modo constante y público se han ido tra111smitiendo su autoridad. Cristo fundó su Iglesia sobre los apóstoles. Y los apósto– les van dejando representantes suyos. De manera que para predicar legítimamente la doctrina de Cristo se necesita ser enviado por El o por los apóstoles. «¿Cómo predicarán si no son enviados?», pregunta San Pablo (Rm 10, 15). El mismo San Pablo escribe a los efesios: «Ya no sois ex– tranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los 41

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