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«Marchad por todo el mundo a predicar el Evangelio a toda creatura. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; pero quien no crea, será condenado» (Me 16, 15-16). El Señor, pór su parte, prometió conservar libre de error la doctrina predicada por la Iglesia hasta el fin del mundo. Al mandar a enseñar a sus discípulos les dice: «Yo estaré con vosotros hasta la consumación del mundo» (Mt 28, 20). Y el Espíritu Santo «.os enseñará todo y os traerá a la me– moria todo cuanto yo os he dicho» (Jn 14, 26). «Estará con vosotros para siempre el Espíritu de verdad» (Jn 14, 16-17). Si la Iglesia cayera en error, dejarían de ser verdaderas las palabras .de Jesús: «Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16, 18). Esto no sucederá nunca. Jesús lo dejó bien asegurado: «El cielo y fa tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24, 35). Infalibilidad no significa impecabilidad, ni excluye el que un sacerdote u obispo particular pueda caer en error. Es la Iglesia, como tal, la que no puede caer en error, en virtud de la presencia operante del Espíritu Santo. (En la lección si– guiente se dirá cómo esta prerrogativa de la infalibilidad compete en primer lugar al Papa, como Cabeza y principio visible de la unidad de la Iglesia.) Igualmente infalible es el Concilio Ecuménico, o reunión de todos los obispos convocados por el Papa;· pues el Conci– lio Ecuménico representa a la Iglesia entera. Tampoco puede ser errónea una doctrina que enseñaran todos los obispos del orbe católico y que creyeran todos los cristianos. Pues en tal caso, la Iglesia como tal estaría en el error. LECTURA EL COLEGIO DE LOS OBISPOS Y SU CABEZA Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo se une entre sí el Romano Pontífice, suce– sor de Pedro, y los obispos sucesores de los apóstoles. Ya la más antigua disciplina, conforme a la cual los obispos establecidos por todo el mundo comunicaban entre sí y con el ohis,po de Roma con el vínculo de la unidad, de la caridad y de la pru:, como también los concilios convocados para resolver en común las cosas más im– portantes contrastándolas con el parecer de muchos, manifiestan la naturaleza y la forma colegial propia del orden episcopal. Forma que claramente demuestran los Concilios ecuménicos que a lo largo de los siglos se han celebrado. Esto mismo lo muestra también el uso, introducido de antiguo, de llamar a varios qbispos a tomar parte en :el rito de consagración cuando un nuevo elegido ha de. ser .. elevado al ministerio del sumo sacerél.odo. Uno es ·constituido miembro del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la Ca– beza y miembr.os del Colegio. 33 El Dogma Católico, 6. 0 .-2
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