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En el cielo se encontrará la plena satisfacción del Espíritu en la visión inmediata de Dios y en la posesión amorosa del mismo. Será una felicidad: - eterna, pues no sería perfecta una fe1icidad que se acabara; - del cuerpo y del alma: aunque a Dios se le verá con las potencias del alma sobrenaturalmente perfeccionadas, la dicha del espíritu se transfundirá en el cuerpo dándole todo lo necesario para hacerlo plenamente feliz. La existencia del cielo es una verdad fundamental de la revelación cristiana. La doctrina de Cristo tiene como finalidad enseñamos el ca– mino del cielo. Jesucristo habla muchas veces del cielo, recompensa eter– na de los suyos: «Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen, y donde los ladrones no horadan ni roban» (Mt 6, 20). «Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa» (Mt 15, 12). Y al final de los tiempos dirá a los justos ya resucitados: «Venid, ben– ditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25, 24). 8.-GRADOS DE GLORIA Según sean los méritos de cada uno, será mayor o menor el grado de gloria que se alcanzará en el cielo. «Cada uno recibirá su recompensa conforme a su traba– jo» (1 Co 3, 8). Y comparando el cielo sobrenatural con el firmamento, dice San Pablo: «Cada estrella se diferencia de la otra en el resplandor» (1 Co 15, 41). La Sagrada Escritura pone de relieve la gloria especial que recibi– rán algunos: - Los Apóstoles (Mt 5, 12), por ser los fundamentos de la nueva socie– dad de salvación. - Los maestros predicadores de la verdad (Mt 15, 32'). «Los que ense– ñaron la justicia a la muchedumbre resplandecrán eternamente como las estrellas» (Dan 12, 3). - Quienes hayan conservado la virginidad: «Estos son los que siguem al Cordero a donde quiera que VaD (Ap 14, 4). El Cristianismo vive, pues, de la esperanza en el encuentro definiti– vo con Dios, que la Sagrada Escritura describe como calma y paz, ban– quete y magnificencia, estar en la casa del Padre; día sin ocaso, saciedad sin hastío... Son las maneras de expresar el misterio de la plenitud humana en la intimidad familiar y eterna del amor de Dios. 205 ff
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