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«Te amonesto que hagas revivir la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tim 1, 6). Por tanto, el signo sensible de la imposición de manos para conferir el Orden sagrado produce eficazmente la gracia. Además fue Cristo quien lo instituyó al dar a los apóstoles la potes– tad de consagrar la Eucaristía, de perdonar los pecados, etc. El Orden es, pues, un sacramento, es decir, un signo sen– sible y eficaz de la gracia instituido· por Cristo. Así lo consideran los Santos Padres, entre ellos San Ba– silio, San Jerónimo y San Agustín, que colocan la ordenación en la misma línea del Bautismo. 4.-MATERIA Y FORMA DEL SACRAMENTO DEL ORDEN La materia del sacramento del Orden es la imposición de manos del obispo sobre la cabeza del que se ordena. La forma son las palabras con que se expresa el efecto del sacra– mento o potestad que se confiere y que son distintas para el diaconado, presbiteriado y obispado. He aquí las palabras de la ordenación del presbítero que, según declaración de Pío XII en la constitución apostólica «Sacramentum Ordinis» (1947), son esenciales para que la ordenación sea válida: «Padre Omnipotente, concede a tu siervo la dignidad del presbiterado, renueva en su corazón el Espíritu de santidad, para que obtenga este cargo recibido de ti y enseñe la reforma de costumbres con el ej~plo de su vida». San Pablo recuerda a su discípulo Timoteo la gracia de su ordena– ción con estas palabras: «Te amonesto que hagas revivir la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tm 1, 6). 5.-MINISTRO Y SUJETO El ministro del sacramento del Orden es el obispo: (Las órdenes que no son sacramento las puede conferir un simple sacerdote al que se le conceda ese privilegio.) El sujeto de este sacramento es el varón bautizado que tenga inten– ción de recibirlo. 186 El Derecho Canónico-o legislación de la Iglesia-exige además que quien se va a ordenar esté confirmado y tenga la edad y ciencia requeridas.

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