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allí?» A lo que respondió San Francisco: «Padre Santo, sea de vuestro agrado no dar años, sino almas». Y el señor Papa le dijo: «¿Almas quieres?,. Replicó el bien– aventurado Francisco: «Padre Santo, si place a vuestra Santidad, quiero que todo el que viniere a esta iglesia confesado y arrepentido cual conviene y absuelto por un sacerdote, libre quede de pena y culpa en el cielo y en la tierra desde el Bau– tismo hasta el día y hora de su entrada en la predicha iglesia,., Respondió el Papa: «Mucho pides, Francisco, y no es costumbre de la Santa Curia romana otorgar tal indulgencia». Respondió el bienaventurado Francisco: «Señor, lo que pido no es cosa mía, sino de parte de Nuestro Señor Jesucristo, que me envió,., Entonces el señor Papa accedió al momento, diciendo por tres veces : «Me place que lo tengas». Los señores Cardenales allí presentes dijeron: «Ved, señor, que otorgada tal in– dulgencia se menoscabará la ultramarina». Mas el Papa replicó: «Se la hemos dado y concedido, y no podemos ni conviene deshacer lo hecho». Luego el Papa llamó al bienavenaturado Francisco y le dijo: «Mira, acabamos de conceder que cualquiera que entre en dicha iglesia, debidamente arrepentido y confesado sea absuelto de pena y culpa. Y queremos que esto valga todos los años, perpetuamente, en el espacio tan sólo de un día natural, desde las primeras vísperas hasta las segundas del siguiente día». Entonces el · bienaventurado Francisco, inclinando la cabeza, se disponía a salir de palacio. Mas el señor Papa le dijo: «Oh simple, ¿adónde vas? ¿Qué documentos llevas de esta indulgencia?» A lo que replicó San Francisco: «Padre Santo, me basta vuestra palabra: si es obra de Dios, El se encargará de manifestarla». (San Francisco de Asís: B.A.C., págs. 849-50). r---- - - - - - ~EJERc1c1os 1 1 1. Las indulgencias y la Comunión de los santos. L 2. ¿Por qué hemos de tener interés en ganar indulgencias? - - - - - 178 7 1 1 -'

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