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1.-NATURALEZA DE LOS SACRAMENTOS Sacramento es un signo sensible instituido por Cristo y del cual la Iglesia usa para significar y comunicar la gracia interior. - Signo: es un medio para dar a conocer una realidad distinta de él. El signo puede ser: 1) natural: cuando naturalmente indica una realidad (el humo es signo natural del fuego); 2) arbitrario: cuando es puramente convencional (como el que una bandera con una franja amarilla entre dos rojas indique la patria de los españoles); 3) simbólico: cuando para indicar una cosa se toma otra que tiene cierto parecido con la primera: así la blancura se la considéra símbolo de la pureza del· alma. Los sacramentos son signos simbólicos de la gracia. Los medios em– pleados por Cristo para significarla se adaptan de algún modo a esa realidad. - Sensible: El sacramento es una acción exterior que se siente, se ve, se oye (recordar cuando nos confesamos, comulgamos, etc.). - Instituido por Cristo: La Iglesia actúa en el nombre de Cristo y con los medios que El le señaló. - Significan y comunican la gracia: A los sacramentos se les llama tam– bién sig1Ws eficaces de la gracia, es decir: el sacramento produce la gracia que significa. La Iglesia, siempre en nombre de Cristo, se sirve de los sacramen– tos para causar la santificación de los hombres. 2.-INSTITUCION DE LOS SACRAMENTOS POR CRISTO La Iglesia definió en el Concilio de Trento que los sacramentos fue– ron instituidos, por Cristo, sin que se pueda decir que all.gunos fueron introducidos después arbitrariamente por la Iglesia. La prueba de que fue Cristo quien instituyó todos los sacramentos, es sobre todo teológica: Los sacramentos pertenecen a la esencia de la Iglesia por ser las acciones a través de las cuales introduce a los hom– bres en la salvación. Luego la institución de los sacramentos es ,una parte de la institución de la misma Iglesia. Y la Iglesia fue fundada por Cristo; no por sí misma. Ella sólo es dispensadora de los misterios de Dios. . Dice San Pablo de los apóstoles: «Es preciso que los hom– bres vean en nosotros ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios» (1 Co 4, 1). 133

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