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dad de la fe; en el cielo, con la claridad de una visión directa e inmediata). · Nos dice San Pedro: «(El divino poder) nos hizo mer– ced de preciosas y ricas promesas para hacernos así par– tícipes de la divina naturaleza» (2 P l, 4). 3) Convierte al hombre e:n: hijo adoptivo dé Dios. Esta adop– ción divina no es sólo exterior como la adopción huma• na. Por ella se nos da la vida del Padre, aunque no de modo natural como la recibe sólo el Verbo.. «Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, ·que sea– mos llamados hijos de Dios y lo seamos» (1 Jn 3, 1). «Habéis recibido el espíritu de adopción por el que cla– mamos: ¡Abba, Padre!» (Rm 8, 15). 4) Hace al hombre templo del Espíritu Santo, como dice San Pablo a los Corintios. Aunque Dios est(l también en el alma en pecado, sin embargo, por la gracia se hace presente de un modo nuevo, sobrenatural y amoroso. De estos cuatro efectos se siguén otros muchos, como son: - una amistad especial entre Dios y el hombre; - una hermosura sobrenatural del alma; etc. ~, ,. 4.-:--LA GRACIA ACTUAL La gracia actual se describe en el Catecismo como «un auxilio dé Dios que ilumina nuestro emendimiento o mueve nuestra voluntad para obrar el bien y evitar . el mal», La gracia actual no es un ser permanente como la gracia santificante, sino que es como un impulso transitorio de Dios en las facultades del hombre en orden a que la gracia santificante nazca, se desarrolle o se conserve. · La grada actual es también un don gratuito y liberal de Dios, poi: . sobrenatural. Dice San Pablo: «No es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Rm 9, 16), el que los hombres lleguen a la justificación. · Al mismo tiempo que es gratuita, la gracia actual es necesaria, por– que sin ella: a) El que está en pecado no puede disponerse a recibir la gracia santificante, Dice Jesús: «Nadie puede venir a Mí, si el Padre no le atrae» (Jn 6, 44). · b) El que tiene la gracia santificante no puede vencer todas las ten– taciones ni perseverar en el bien. 122 «Dios es el ,que obra en nosotros el querer y. el obrar se– gún su beneplácito» (Fl 2, 13). Y Jesús dice de un modo ab- soluto: (<Sin Mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5). ·

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