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Sin embargo, la santificación se atribuye de modo espe– cial al Espíritu Santo: El es la persona que procede del amor del Padre y del Hijo, como exhalado en el abrazo de ambos. Y siendo la santificación obra por excelencia del amor de Dios, justamente se la considera obra especial de la tercera Persona, aunque lo sea también del Padre y del Hijo. Podemos decir que el Espíritu Santo es quien: - incita a obrar el bien con sus inspiraciones y mociones; ~· infunde en el alma la gracia santificante dando al cristfano la vida sobrenatural en el Bautismo y en la Penitencia; :...,.. robustece esa vida de la gracia en la Confirmación; ..__ se hace presente de modo especial en el alma del justo en compañía del Padre y del Hijo, •convirtiéndose así el alma en templo de la Santísima Trinidad; ...... perfecciona la vida espiritual de quien corresponda a sus gracias, obrando en el alma a través de sus dones. . Somos, pues, templo del Espíritu Santo. Esto exige que le conserve– mos dentro de nosotros con amor, no destruyendo por el pecado la vida divina que El nos comunica. Y hemos de ser dóciles a sus inspiraciones. 4.-LOS DONES Y FRUTOS DEL ESPIRITU SA.."l\!TO Se llaman dones del Espíritu Santo las perfecciones sobrenaturales del alma, por las que ésta se halla siempre dispuesta a seguir el impul- so de la gracia divina. · El profeta Isaías enumera siete dones que adornan el alma de; Cris– to, y que el Espíritu Santo infunde en el alma del justo: 1) Sabiduría: Consiste en apreciar y gustar los bienes sobrena– turales. 2) Entendimiento: Es una inteligencia más clara de la verdad re– velada. 3) Consejo: Es la facultad de decidir en circunstancias difíciles .ió más conveniente a la santificación propia o del prójimo. 4) Ciencia: Es el poder de valorar justamente las exigencias prácti~ cas de la verdad divina. ·· 5) Fortaleza: Es una especial resistencia frente a las dificultades que encierra la absoluta lealtad a Cristo. 6) Piedad: Es el don de vivir sobrenaturalmente la. verdad de la paternidad divina. 116·