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Padre y el Hijo, y este es el fundamento por el que se llama al Espíritu Santo Amor personal del Padre y del Hijo, que comunican a la tercera Persona la única e indivisible esencia divina. Así, pues, el Espíritu Santo es Dios. eterno, infinito y omnipotente, lo mismo que el Padre y el Hijo, aunque distinto de ellos en cuanto persona. a) En los tres Evangelios Sinópticos se habla del Espfritu Santo como de algo divino, que envuelve a María (Le 1, 35), que habla en el interior de los discípulos de Je– sús (Mt 10, 20), que es la voz de Dios a través de los pro– fetas (Le 1, 41: «Isabel se llenó del Espíritu Santo y cla– mó con fuerte voz»; lo mismo Zacarías, el anciano Simeón, Juan el Bautista: Le 1, 67; 2, 25 ss.; 1, 15, \, 80). El pecado contra el Espíritu Santo es pecado de blas– femia, es ,decir, directamente contra Dios. b) Sa~ Juan ,sobre todo en los capítulos 14~16 de su Ev~n– gelio, habla de la comunidad de vida del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo. Jesucristo revela la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia como el Consolador que permanecerá siempre con ella completando la obra co– menzada por el mismo Jesús. e) El libro de los Hechos de los Apóstoles es llamado el Evangelio del Espíritu Santo, pues en él se refieren los efectos maravillosos de la comunicación de la Tercera Persona a la Iglesia. El transforma y fortalece a los apóstoles (2, 2-4; 2, 14, 21; 2, 33). El los ilumina en la dirección, de la Iglesia ( 13, 4; 15, 28). Y es recibido por los cristianos como sello de su santificación (11, 15; 4, 31, etc.). Es especialmehte interesante el pasaje en que San Pedro identifica al Espíritu Santo. con Dios: «Ananías, ¿por qué se ha apoderado Satanás éi'e tu corazón, mo– viéndote a engañar al Espíritu Santo... ? No has mentido a los hombres, sino a Dios» (5, 3-4). · d) También San Pablo afirma la divinidad del Espíritu San– to en muchos pasajes, v. gr., cuando dice a los cristianos: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1 Co 2, 16). «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?» (1 Co 6, 19). Finalmente se pueden recordar los textos trinitarios 113

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