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«Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hom– bre vino la resurrección de los muertos. Y como en Adán hemos muer– to todos, así también en Cristo somos todos vivificados. Pero cada uno a su tiempo» (1 Co 15, 21-23). El tiempo de María tiene que ir unido estrechamente al tiempo de Cristo.. Como El, tuvo que alcanzar su Madre la inmediata glorificación del cuerpo, pues, en unión con su Hijo, venció plenamente al diablo, al pecado y a la muerte. :P:ra además conveniente que la que fue Madre de Cristo habiéndolo llevado en. su seno, siguiera la misma suerte de su Hijo, subiendo al cielo en cuerpo y alma gloriosos, .sin experimentar la corrupción del sepulcro, 7.-,-MARIA REINA, MEDIANERA UNIVERSAL Y MAE>RE DE LOS HOl\tBRES a) MARIA REINA: El pueblo cristiano llamó siempre a la Virgen «Reiría». «Dios te salve, Reina y Madre». Es una coilsecuencia del reinado de su Hijo, «Rey de ! Reyes y Señor de los señores» (1 Tm 6, 15; Apc 19, 16). Pío XII instituyó en 1954 la fiesta de María Reina. b) MEDIANERA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS: Es con– vicción ·de·1os fieles cristianos que María no sólo colaboró con Cristo en la Redención consumada en el Calvario, sino que también colabora ac– tualm.ente en la aplicación de esa Redención a cada hombre. 'I'odas las gracias pasan :r,or :!lus manos. Para hacerse una idea de esta realidad sobrenatural se ha de tener en cuenta la relación estrecha que existe entre María y la Iglesia, Cuer~ po Místico de Cristo. Los Santos Padres ven en María no sólo el prototipo de la Iglesia, sino el principio de la misma Iglesia: Recibe y da a Cristo. La Iglesia, que ha recibido a Cristo y está encargada de darlo a los hombres a través de los tiempos incorporándolos a sí misma, no puede hacer esto más que en la estrecha cola– boración con María, al calor de su seno maternal. Con razón el Concilio Vaticano 11, por boca de Pablo VI, ha proclamado a María «MADRE DE LA IGLESIA». . e) MADRE DE TODOS LOS HOMBRES: Madre es la mujer que da la vida a un ser humano. María nos dio la vida espiritual al darnos a Cristo: - aceptando la Encarnación de Cristo en su seno; - consintiendo en que muriera por nosotros. 110

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