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SOLO UN HOMBRE DIOS PODIA SOCORRER EFICAZMENTE EN TAL NECESIDAD: - Hombre, para poder merecer el perdón ante Dios; - Dios, para que su mérito tuviera un valor. infinito. 3.-JESUCRISTO NOS REDIMIO CON SU MUERTE , Jesucristo, Dios, y, en cuanto hombre. Cabeza de la humanidad, tenía más poder para salvar al mundo, del que tuvo Adán para perderle. Cualquier acto suyo-v. gr., la más pequeña súplica al Padre-tenía un mérito infinito, capaz de aplacar a Dios por las .ofensas de todos los hombres. Sin embargo, quiso redi– mirnos tomando sobre sí la mayor de las miserias humanas . después del pecado, que es el sufrir y morir. La obra redentora de Cristo se verifica de un modo particular en su Pasión y Muerte de Cruz. El profeta Isaías anuncia la redención por el dolor y la muerte del Mesías: «Fue traspasado por nuestras iniquida– des y molido por nuestros pecados... Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado... » (Is 53, 5. 10). Dice Jesucristo en la institución de la Eucaristía: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros» (Le 22, 19). «Esta es mi sangre del Nue– vo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados» (Mt 26, 28). San Pablo dice muchas veces que Cristo murip por nuestros pecados (v. gr., 1 Co 15, 3). Y San Pedro escribe a los fíeles: «Habéis' ·sido res- catados con la sangre preciosa de Cristo>, (1 P 1, 18-19). ' · La muerte redentora de Cristo es, por tanto: - redención, en cuanto que libera a los hombres del poder del diablo y del pecado; · · . _; sacriftczo, en cuanto aplaca la ira divina reconciliando así a los peca– dores con Dios; - satisfacción, en cuanto que compensa al Señor por las injurias con– tra · El cometidas; - mérito, que nos hace acreedores del cielo. . . POR QUE JESUS QUISO PADECER TANTO: Después del pecadQ, no hay amor sin sufrimiento. 102 El sufrimiento es testimonio de desinterés, de que no se ama por egoísmo. Y por eso ,J:esucristo quiso mostrar con sus terribles sufrimientos y muerte el infinito amor de Dios a los hombres. El mismo había dicho: «Nadie tiene más amor que éste: dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15, 13).

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