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_Nosotros, los que creemos en Jesús, estamos convencidos de que El es verda– dero hombre como nosotros, carne de nuestra carne y hueso de nuestro hueso, pero unido sustancialmente en una persona con Dios, Dios-Hombre, Hijo de Dios y · Dios Redentor. A El está unido todo el cristianismo, toda la economía de la salud, la única salvación. · Esta fe nos ha sido comunicada como graciosa herencia ya en nuestra cuna; ella ha ido creciendo con nosotros; la llevamos como nuestro más preciado tesoro a través de la vida y de la muerte, y de ella esperamos un día nuestra resurrección y la gloria eterna. Por lo mismo nuestro mayor interés debe ser el afianzar nuestra fe en Jesús ·y profundizar nuestro conocimiento de Cristo. La crítica no creyente-o creyente a medias-sostiene que Jesús ni es Dios ni enviado de Dios. Pero, con todo, ve en El la figura más grande de la historia uni– versal, un hombre ideal a cuyo influjo nunca puede sustraerse la humanidad y ante cuya personalidad todo hombre debe inclinarse. Siempre y dondequiera que esta crí– tica se encuentra frente al Hombre de Nazaret, hao:: Ja misma experiencia que hacía ' en sí Goethe. El anciano poeta de Veimar, que por lo <lemas enjuiciaba a Cristo y al cristianismo ante todo desde el punto de vista estético, llegó, sin embargo, en oca– siones, en la intimidad familiar «a ensalzar la majestad de Cristo cada vez con más seriedad, con más fuego, con emoción siempre creciente, hasta deshacerse en un torrente de lágrimas». «Yo me inclino ante El, dijo en citra ocasión, como ante la revelación divina del más alto principio de moralidad. Por más que la cultura espiritual vaya progresando sin cesar, por más que las ciencias naturales vayan creciendo en extensión y profundidad y el entendimiento humano se ensam;::he cuanto quiera, nunca llegará a sobrepujar la sublimidad y la cultura moral del cristianismo, tal como resplandece y brilla en los Evangelios». Si las opiniones sobre Jesús de Nazaret son tan divergentes, ello es debido a que los hombres no consideran su persona y su vida a la clara luz de las fuentes históricas. La personalidad de Jesús no es complicada, ni problemática ni menos enigmática. Es extraordinariamente sencilla y comprensible. Cualquiera que toma por norte y guía los documentos auténticos sobre Jesús, reconoce fácilmente y con seguridad a esta figura máxima de la historia universal. Por el contrario, viene · a convertirse en una esfinge para el que trata de moldearla según su propio juicio y de interpretarla caprichosamente. H. FELDER, Jesús de Nazaret). 1- - - 1tr, - - -- - - - 7 1 1 1 1 - 9.8 1. EJERCICIOS ¿Dónde está la incongruencia de los que admiran a Cristo sin creer en El? 2. Refiere un milagro evangélico que te haya impresionado de modo especial. _J ---------

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