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82 DR. P. PÍO M." DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. r-------------•-•~--------~ •-"-----•• tiene con Dios, con la Iglesia y con el prójimo. Ir for– mando en los niños y adolescentes la conciencia misio– nera, acostumbrándoles no sólo a rezar, sino también a ofrecer sacrificios, privaciones, dar con generosidad a todos los necesitados espiritualmente como son los in– fieles, los herejes, todos los que carecen de la fe cató– lica (3). Las vocaciones religiosas y misioneras suelen nacer de las familias sólidamente cristianas. Todavía existen padres y hermanos que se glorían en tener un hijo o hermano religioso, religiosa, sacerdote, misionero. Pero no faltan tambit'n otros que se oponen y buscan los medios para que se frustren esas vocaciones cuando na– cen en alguno de los miembros de la familia ('1). 3. Los e<lircadorcs.-En todos los dive.rsos centros docentes, desde el ínfimo de la escuela elemental hasta el supremo de la Univernidad, los educadores, llámense maestros, profesores o con otro nombre, tienen influen– cia en la formación de la juventud y en el porvenir de su vida individual y social. La autoridad científica del que enseña deja siempre huellas en el discípulo. Es cierto que esos centros no se pueden considerar por sí mismos como medios o instrumentos directos de apostolado misionero; pero pueden directa o indirec– tamente tener algún influjo en las vocaciones misione– ras. Según los diversos grados de cultura, se pueden explicar y desarrollar temas y cuestiones que tengan relación con los problemas misioneros, con la Iglesia y (3) Cfr. I'Enn.11., l/ rilonzo ulle /onli, cap. I, págs. '.!1-:i7. Roma, Hl42. (4) Cfr. \'. C. YA1'ZÍN, Nasce 1111 missionario, púgs. lH y sigs. Par– ma, 194:l.
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