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6S nn. P. PÍO ::'11.ª DE 1v!ONDnEGANES, o. F. M. CAP. a los sacerdotes con los que no han recibido las Ordenes sagradas. En cuanto a las respectivas atribuciones y potestades es necesario seguir el Derecho canónico y la doctrina tradicional de la Iglesia. Los Sumos Pontífices a todos los misioneros csliman; a todos los operarios evangélicos exhortan; a todos considenm respectivamente necesa– rios; pero cada uno según el puesto y la categoría que le corresponde en la Iglesia monúrquica y jerárquica– mente constituída, según la explícita voluntad de Cristo. Pío XII, hablando de la Acción Católica en las misio– nes, dice: "Deseamos, además, con la presente Encíclica dirigir nuestra palabra y nuestra exhortación, no sólo al clero, sino también a aquellos seglares que con cora– zón grande y únimo Yoluntarioso (II Mac., I, 3) militan en las filas de la Acción Católica en territorios de misión. Podemos sin mús afirmar que aquella colaboración de los seglares, hoy llamada Acción Católica, no ha faltado nunca desde los primeros tiempos de la Iglesia, sino que ha aportado siempre una preciosa ayuda a los propaga– dores de la fe y una Yálida contribución al desarrollo de la religión cristiana. A este propósito San Pablo recuer– da a Apolo, Lidia, Aquila, Priscila, Filemón; él mismo escribe a los filipenses: "Te ruego también a ti, compa– ñero fiel, que des ayuda a aquellos que han combatido conmigo por el Evangelio, juntamente con Clemente y los restantes colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida'' (Phil., IV, 3). Después de hacer una breve historia de la colaboración de los segla– res añade: "La condición de la Iglesia primitiva se re– fleja todavía hoy en muchas partes en las tierras de misión, o, por lo menos, tienen que hacer frente a las

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