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52 OR. P. PÍO M.ª [)E Jl,10l'.'DREGANES, O. F. M. CAP. condescender con el sofisma que se suele repetir con frecuencia. Para juzgar que no somos llamados a vivir en el mundo es necesario conocer y gustar con el mundo. Es necesario prudencia y cautela para huir de nuestros enemigos: mundo, demonio y carne. ARTÍCULO 3. 0 Después ele la deliberación. Una vez que la resolución está ya tomada con madura reflexión y consejo no volver atrás. Ser lógicos, tener valor; ser fieles y firmes. No cambiar a cualquier viento contrario y rendirse a la primera dificultad. Para esto ohservar las normas siguientes: REFLEXIONAR SOBRE LA RESPONSABILIDAD.-Generalmen– te las vocaciones de la Providencia suelen ser invitacio– nes que no obligan bajo pecado. Pero, si no se corres– ponde con fidelidad a ellas, se pueden seguir consecuen– cias muy lamentables. El rechazar el don de Dios y obrar contra su voluntad de beneplúcito es una ingrati– tud, una señal de poco amor, de poca generosidad. Sin duda uno puede salvarse no siguiendo la vocación reli– giosa, clerical, misionera; pero siempre se pone un obstáculo a la salYación eterna, haciéndose sordos a las invitaciones amorosas de un Padre que arna y quiere ser anrndo con mús perfección. De no corresponder a la invitación de Dios puede uno extraviarse, llevar una vida errante, desquiciada, que enreda la rnadej a de su eterna predestinación... La experiencia enseña que In falta de fidelidad a la vocación, o el rechazarla conscien– temente, expone a graves peligros y desgracias para el
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