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48 DR. P. PÍO l\I,ª DE M01'<'DREGANES, O. F. M. CAP, te. No contentarse con llegar a una cosa, a un cargo, a un oficio, a un estado elevado y honroso, sin contar con los talentos y medios congruentes para desempeñarlo con la debida competencia. Como se suele decir: Estar a la altura de la propia misión, del propio estado. Así se vive con menos esfuerzo y con mayor satisfacción. No bastan las cualidades ni las aptitudes, es necesa– ria la voluntad. Se requiere el deseo, la simpatía, la atracción o inclinación hacia la cosa. Pascal es inclinado a la geometría; Giotto y Cimabúe, a la pintura; Mozart, a la música ... Mayor inclinación y atracción se requieren todavía para las vocaciones eclesiástica y religiosa, que suponen no pocos vencimientos y sacrificios. 5. Con consejo.-Es muy natural que el joven que siente inquietudes, dudas o incertidumbres sobre su vo– cación se lo comunique a su confesor o director espiri– tual; que le haga confidente de sus intenciones, que le consulte sus dudas, que le pida consejo y dirección en tan grave asunto. El confesor es un juez que debe sentenciar; es un médico que debe recetar conforme a la enfermedad; es un doctor que debe enseñar la doctrina y el camino; es un padre que debe mirar con amor paternal por el bien de su hijo espiritual; es un pastor de almas que debe apacentarlas con saludables pastos de doctrina y defenderlas de los enemigos y peligros. La dirección de las almas y la interpretación de la voluntad de Dios es muy difícil y de gran responsabili– dad. Sin embargo, no se puede rehusar al joven la ayuda necesaria. No sentenciar precipitadamente como orácu– los infalibles. Antes de dar una sentencia definitiva, un
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