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46 DTI. P. PÍO M.ª DE MONDTIEGANES, O. F. M. CAP. ciones es necesario cultivarlas. De lo contrario, pueden perecer sofocadas por las malas hierbas del mundo. ¡ Cnúntas por falta de cultivo o de ambiente se frus– tran! Vamos a indicar cómo se puede corresponder a una vocación que se desarrolla normalmente y por eta– pas sucesivas. La podemos considerar antes de la deli– beración; durante la deliberación; después de la delibe– ración. ATITÍCULO 1.º La vocación antes de la deliberación. Hay vocaciones que se van decidiendo por sí mismas. Se preparan con la educación, con la tradición de fami– lia, con el ambiente. Como el hijo que no piensa en otra cosa que seguir la profesión o el ern.pleo de su padre. Hay otras vocaciones indeterminadas, que causan angus– lias, perplejidades, dudas, antes de una deliberación ca– icgórica. Hay que ir preparando la vocación, es decir, cultivarla para que llegue a madurez. Se puede uno ser– vir de los siguientes medios: 1. La oración.-Orar con humildad, confianza y per– severancia para que el Seüor conceda luz y acierto en los caminos que se han de seguir. Repetir con San Pa– blo: Señor, ¿ qaé queréis que haga? (1) ; con Samucl: Seífor, hablad, que vuestro siervo escucha (2); con el salmista: Enséñame, Señor, a hacer tu uolzmtacl, porque eres mi Dios (3). Señor y Dios mío, dirige mis pensa- (1) A.el ., IX, 6. (2) I Reg., III, 9. (3) Ps., H2, 9.

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