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SEGUIDME.-VOCACIONES MISIONERAS 39 ARTÍCULO 2.º Señales de vocación eclesiástica. Vamos a considerar brevemente las señales por las cuales podemos venir en conocimiento de la vocación clerical. 1. El sacerdocio no es un empleo transitorio. Es un estado permanente para toda la vida. Las personas tie– nen que ejercer ministerios santísimos destinados a la santificación de las almas. Es un estado excelente y de responsabilidad. 2. Por parte de Dios se necesita que sea llamada la persona que es elegida para tan nobles fines. Sólo Dios es quien conoce los corazones y a l~l solo pertenece colo– car al hombre en tan alta dignidad. Se requiere, por tanto, la vocación divina. 3. Por parte del sujeto se requiere la recta intención, es decir, que quiera la elevación al sacerdocio, no como a un cargo honorífico, menos aún como un oficio lucra-· tivo. El sacerdocio no se obtiene ni por testamento ni por herencia. No es un patrimonio de familia. La persona que aspira al sacerdocio se debe proponer como fin la gloria de Dios, la propia santificación, la salvación de las almas, el bien de la Iglesia, la continuación reden– tora de J csús. ,1. Además del recto fin que debe proponerse es ne– cesaria la idoneidad. Esta requiere poseer las cualidades físicas, psíquicas, intelectuales y morales que la ley na– tural, las leyes positivas divinas y humanas exigen en los que han de dedicarse a tan sublimes ministerios.
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