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26 DR. l', PÍO M.ª DE MONDREGA,.",'ES, O, F, M. CAP. que comprende y en las espinas que le circundan; y, en realidad, no tiene capacidad o fuerzas para perseve– rar en él. c) Vocaciones de ambición.-Las cuales proceden sólo del deeso de lucir y brillar; de la soberbia y vani– dad para ocupar posiciones elevadas,. cargos honrosos, empleos lucrativos. Por ejemplo, a un joven que ve a un Obispo vestido de pontifical, con la pompa de las sagradas ceremonias y consiguiente cortejo de canónigos y eclesiásticos, le viene el deseo de estudiar para Obispo. O a un joven que ve un gcnernl de Ejército cubierto de estrellas y medallas, saludado y recibido en triunfo des– pués de una ruidosa batalla, le ocurre la idea de estu– diar la carrera militar. Los móviles de éstas y semejan– tes vocaciones son la ambición, el orgullo, la vanidad o cualquiera otra pasión. el) Vocaciones de debiliclacl.--Cuando uno, por im– prudencias cometidas, por saborear los gustos munda– nos, por ciertas caídas, por falta rle nobles esfuerzos, no aspira a un estado mús sublime y se contenta con otro inferior por esos motivos de debilidad, de pereza, de inacción. 2. VocACIONES VERDADERAs.-Son las que se apoyan sobre f unclamentos verdaderos y reales. Para ver si es verdadera es necesario investigar cuáles sean los desig– nios de la Divina Providencia sobre una persona deter– minada. Considerando al hombre, viviendo en el mun– do, en la sociedad natural y en la sociedad sobrenatural o en categorías especiales, podemos distinguir varias vo– caciones en el hombre. a) Vocación cósmica.-Todo el universo fué llama– do por Dios de la nada a la existencia con el fin de glo-

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