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164 DR. P. PÍO :t,1,ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. nero es el enviado por la Iglesia para que todos los hombres entren en el arca de salvación, para que todos pertenezcan al redil evangélico y, unidos en un solo re– baño bajo un solo pastor, consigan la vida eterna, según la voluntad de Dio:,. 4. Hay muchos millones de almas que todavía no estún en el redil del Buen Pastor. Es necesario atraerlas a los saludables pastos de la Iglesia. Para eso se necesi– tan misioneros que las conduzcan. Esos soldados de Cristo es necesario que estén bien armados e instruídos con las virtudes y con la ciencia. Es necesario progresar y perfeccionar; anmentnr el número y la calidad. Plus ultra.' Siempl'e rnús. :'.\,Iús en la cooperación per– sonal, es decir, en mandar misioneros bien formados a la viña del Señor; pon1ue la mies es mucha y los ope– rarios pocos. Lcgicnes de protestantes y mahometanos se lanzan a la conquista del mundo infiel; con mayor motivo los católicos debemos engrosar las filas <le ese ejército misionero que se extiende por las cinco partes de la tierra y, como el ;\faccdonio, pide a voz en grito nuevos operarios. Transicns ... mlhwa nos (1). Suscitar vocaciones n1isioncras, enviar campeones de la fe, serú un timbre de gloria para la España aclual, corno lo fué en los tiempos pasados. Nación escogida por Dios para dar al viejo mundo nuevos continentes e incontables hombres; cuna de conquistadores audaces y de misio– neros insignes que, juntamente con el pendón de Cas– tilla y de León, llevaron los estandartes del Pilar, Co– vadonga y Guadalupe, y plantaron la Cruz redentora en multitud de pueblos y naciones que doblaban la ro- (1) Act., XVI, 9.
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