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SEGUIDME.-VOCACIONES MISIONERAS 159 dos en actitud de levantar la espada sobre el enemigo, pero sin jamás descargar el golpe de gracia; también se dan sacerdotes y religiosos armados de buenas cualida– des,. dispuestos con los mejores deseos para combatir a los enemigos del Catolicismo, pero no se atreven o no quieren descargar el golpe, es decir, no se mueven ni trabajan. Son operarios parados, forzosos o voluntarios, que dejan sin cultivo los campos del Señor. ¿Por qué es– táis ociosos todo el día? Ya es la hora undécima, la hora de las Misiones, la hora de Dios. ¿Permanecéis inertes ante la copiosa mies que se pierde por falta de operarios'? El mundo se agita, la ciencia progresa, las energías se multiplican de día en día; el mundo moderno corre del vapor al aeroplano, del telégrafo a la radio, de un inven– to a otro, ¿y vosotros, ante los grandes problemas mi– sionales, ante las importantes incógnitas del mundo religioso, os mecéis en un dolce / ar nienle que hace im– producliva vuestra vida sacerdotal o religiosa'? ¡, Han pensado seriamente esos tales el precepto formal de Jesucristo: Euntes doce te omnes gentes? ¿ Han meditado el valor de las almas inmortales, la universalidad de la Redención, en las propiedades y finalidad de la Iglesia, en la doctrina paulina del cuerpo místico de Cristo? Pero el trabajo aislado es de escaso rendimiento; para explotar los grandes filones, cultivar extensas áreas de terreno, se necesita el trabajo colectivo, la unión de fuerzas, la organización. En la sociedad moderna se or– ganizan los obreros, los patronos, los deportistas, todas las clases profesionales. ¿Y no es más necesaria la fede– ración de fuerzas, la organización de trabajo para la resolución de los importantísimos problemas misionales? 11
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