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156 Dfl, P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O, F. M, CAP, nantiales y surtidores por los debidos cauces para que lleguen a regar las plantas enraizadas en árida tierra. Una acción, un impulso, un movimiento sin fines deter– minados, sin dirección fija, pierden su eficacia dinámica. Los grandes saltos de agua abandonados a las simples fuerzas y leyes de la naturaleza nada producen, y a ve– ces destruyen; pero encauzados, canalizados y debida– mente aplicados por la humana inteligencia pueden pro– ducir enormes potenciales de energía que beneficie a las pequeñas aldeas y a las populosas urbes. El movimiento misionero y misional de nuestros días, bien orientado y basado en los principios de la ciencia, ejercerá, sin duda alguna, poderoso influjo en los sacer– dotes, misioneros, métodos misionales, propaganda, efi– cacia en el apostolado, en la marcha triunfal de la Igle– sia hacia la conquista definitiva del mundo. Sistemati– zada la ciencia, conocida y estudiada profundamente, se abrirán los horizontes, se facilitarán las empresas, se multiplicarán los resultados. "Es cierto-escribe el padre Charles, S. J.-que todas las teorías, en su aplicación práctica, suelen sufrir alguna modificación, y nada hay más peligroso que la doctrina absoluta que en nada tie– ne en cuenta los hechos; pero es también falso que el buen sentido y el empirismo bastan para todo ... El buen sentido no basta, verbigracia, para conocer el budismo o el islmnismo; y la experiencia personal se adquiere lentamente y a fuerza de muchos dispendios de energías. Precisamente esas experiencias de los misioneros codi– ficadas, criticadas, sistematizadas, proporcionarán ele– mentos de ciencia misional que eviten tanteos inúti-
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