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142 DR. P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. rreno les serán necesarias; que se dediquen en sentido científico a las cosas tocantes a la Medicina, la Agricul– tura, la Etnografía, la Historia, la Geografía y las cien– cias afines" (1) . ARTÍCULO 1.º l\ 7 ecesidad de las lenguas. Es verdaderamente sorprendente el número de veces que la autoridad eclesiástica ha exhortado y mandado en el pasado a los misioneros y Superiores la necesidad de a¡Jrender las lenrrtws indí 0 ·enas (2). t, t, Benedicto XV dice que el misionero no se ha de con– tentar con un conocimiento breve y superficial, sino que debe procurar hablarla expeditarnente para ganarse la simpatía de los doctos (3). Poseyendo bien la lengua no necesita usar de intér– pretes, que es molesto y peligroso. Puede administrar los sacramentos, ejercitar el apostolado de la predicación, de la catequesis, del confesonario, de la escuela. Puede, además, escribir y editar publicaciones útiles para los indígenas. Con el conocimiento de las lenguas se ganará la sim– patía de los ignorantes y de los doctos; podrá alternar (1) Cfr. Evangelii Praecones, 2 junio 1951. A.4S, 1!)51, tomo 43, pág. 507. (2) Cfr. Decr. S. C. de Prop. Fíde, 16 octubre 1932, ,en Collect., vol. I, núm. 7; Decr. S. C. de Pro p. Fide, 5 mayo 1774; ibíd., núme– ro 504; Decr. eiusdem, 7 marzo. 1778; ibíd., núm. 527; lnstruct. eius– dem, 18 octnbre 1883; ibíd., vol. II, núm. 1.606; Instruct. eiusdem, 6 enero l!J20, Sylloge, piág. 133. (3) llfoximum Illud, 30 noviembre 1919, en Silloge, pág. 122.

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