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138 DR. P. PÍO M.ª DE MOJ\;'l)REGANES, O. F. M. CAP, 5. Buen ejemplo.-Los misioneros deben aplicarse las palabras de Jesús: Lzzceat lux vestra coram homini– bzzs (4). Los misioneros delante de los paganos, neófitos y toda clase de gentes son como una ciudad puesta sobre el monte, corno una luz sobre el candelero. Todos miran lo que hace, lo que dice y, si pudieran, lo que piensa. Po~· esto, San Pablo aconsejaba a sn discípulo Tito: In omnibus praebe leip.rnm e.remplar bonorum operum (5). Cada uno de los misioneros debe conducirse de tal modo que pueda decir con verdad las palabras de San Pablo: Imitatores mei estate, sicut et ego Chrisli (6). 6. Observancia.-Si los misioneros o aspirantes per– tenecen al estado religioso deben brillar en el cumpli– miento de los votos: obediencia, pobreza y castidad; en la observancia de las Reglas, Constituciones y en todo lo que constituye la legislación particular de la Orden o Instituto al cual pertenezcan. Si.son sacerdotes, en el cumplimiento de sus respecti– vos deberes. Si son seglares, que cumplan con las leyes de Dios y de la Iglesia que les pertenecen y lleven una vida ejemplar y virtuosa. Cada uno en su estado, antes y después de ir a las misiones, en todo lugar y tiempo, debe mostrar con obras y palabras su espiritualidad cristiana, sacerdotal y reli– giosa. Que practique en sí mismo lo que va a enseñar a otros. 7. Carüfod.-Toda la preparación espiritual del mi– sionero substancialmente podemos reducirla a una sola palabra: caridad. Caridad para con Dios, cuyo verda- (4) Matt., V, 16. (5) Tit., II, 7. (6) I Cor., IV, 16.

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