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SEGUIDME.-VOCACIONES MISIONERAS 137 3. Amor a la Iglesia.-La Iglesia católica es la Es– posa de Jesucristo, es la depositaria de sus tesoros ine– fables, es el arca de salvación y santificación, es el me– dio ordinario establecido por el mismo Fundador para que lleguen los frutos de la Redención a todos los hom– bres, a todos los tiempos y espacios. Amando a la Iglesia se ama al Papa, que es el Vica– rio de Cristo y el sucesor de San Pedro, el Jefe infalible, el Padre universal de todos los que están unidos a la Iglesia: una, católica, apostólica y romana. El misionero, como hijo <le la Iglesia, no sólo debe amarla, debe seguir también sus enseñanzas, sus doctri– nas, sus directrices, sus exhortaciones en el campo del apostolado. Los hijos amantes y obedientes serán dóciles y valerosos soldados de conquista en la propagación del Reino. 4. Sano opiimismo.-En nombre de Cristo y por mandato de la Iglesia el misionero recibe su misión; luego debe esperar y confiar en Dios, que le concederá las gracias abundantes para cumplirla debidamente. La gracia supone la naturaleza; por tanto, debe también cooperar con todas las fuerzas hmnanas para la realiza– ción de la empresa. El misionero dehe plantar, regar, y Dios dará el incren1enlo (2). Nosotros somos coadjutores de Dios (3). Confiados, pues, en el poder divino y en los esfuerzos humanos los misioneros deben conservar un sano optimismo; que sus esfuerzos no serán inútiles; que vencerán las dificultades que se presenten; que recoge– rán frutos abundantes. (2) I Cor., III, 7. (:l) l Cor., III, !l.

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