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CAPÍTULO II DE LA FORMACION FISICA DEL MISIONERO En este capítulo suponemos ya tratadas y practicadas muchas cosas para el desarrollo físico de los jóvenes en los centros docentes civiles, religiosos y eclesiásticos. Por tanto, nos concretaremos sólo a recordar e inculcar al– gunos avisos que se deben tener en cuenta en la vida m1S10nera. 1. La formación física no puede considerarse como un aspecto independiente de la formación total del hom– bre. Está tan íntimamente unida a la vida espiritual y a la intelectual, que forma con ellas un conjunto armó– nico y juega un papel importante en su equilibrio. .:líen.~ sana in corpore sano. 2. El misionero no es necesario que sea de una na– turaleza muy fuerte y robusta. Basta una salud ordina– ria para poder desempeñar los ministerios ordinarios de la vida misionera. Es necesario tener en cuenta la diver– sidad de climas y de enfermedades. En caso de duda, un prudente y docto médico podrá aconsejar lo que más convenga. 3. El misionero en sí mismo, en sus cosas, en sus habitaciones y en todo su ambiente, y en sus relaciones con los colegas, compañeros, hermanos y con los habi-
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