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130 DR. P. PÍO M.ª DE MONIJREGANES, O. F. M. CAP. curren varios factores: Dios con sus gracias, sus dones, sus inspiraciones; el hombre con su trabajo, sus estudios, sus esfuerzos, sus talentos; los educadores y pedagogos que están llamados a dirigir todas las actividades de los aspirantes. Es un engaño creer que el misionero se improvisa; que todos sirven para ir a misiones; que bastan el cru– cifijo y el breviario para ser apóstoles. Si nunca fué ésa la norma de la Iglesia, menos todavía en nuestros tiem– pos. Aun los mismos Apóstoles, antes de separarse por el mundo para predicar a Cristo en todas partes, fueron instruídos por el mismo Maestro y transformados por obra del Espíritu Santo el día de Pentecostés en el Ce– náculo. Por lo que más adelante diremos se comprobará mús la necesidad de una buena formación del misionero. Esta la podemos considerar en tres órdenes: en el orden físico, moral e intelectual. Cuando el misionero candi– dato esté completamente formado en esos tres órdenes de la vida podrá decir: Estoy preparado, no espero más que la orden de mi capitán; suelta las amarras; encien– de el motor; rumbo a la misión...
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