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SEGUIDME.--VOCACIONES :MISIONERAS 121 Si consideramos la empresa misionera no sólo por su finalidad objetiva, sino también en cuanto se refiere al agente que debe realizarla, nos encontramos con un con– junto de circunstancias individuales, familiares y socia– les que exigen en los sacerdotes misioneros alguna cosa más y diferente de lo ordinario (2G). Salir del medio ambiente de la familia, de la nación, de la vida conven– tual, de la vida cristiana, donde la Iglesia está plena– mente organizada y con abundancia de medios; del am– biente humano civilizado, y vencer otras muchas cosas inherentes a la vida del misionero, constituye, per se aliquicl arclimm, algo que sale de la vida ordinaria y supone una superioridad moral. Luego supone gracias especiales para vencer ese quid archmm et singulare. La fuerza para vencer todas esas dificultades que supe– ran las comunes de los sacerdotes diocesanos procede de la gracia especial de la vocación misionera por la cual Dios llama y da las gracias necesarias para triunfar. Si no se quiere hablar de vocación especial misionera no se puede menos de admitir en el sacerdote misionero un impulso, una tendencia, una gracia sobrenatural par– ticular que le impele a ir a las misiones. El sacerdote misionero quiere servil' a Dios en el modo y manera a los cuales se siente inclinado por razones de orden sobre– natural. Eso, con otras palabras, es substancialmente te– ner vocación especial distinta de la de otro sacerdote que no tiene esos deseos ni sentimientos ni aspiraciones, sino que se contenta con cumplir tranquilamente sus deberes parroquiales en la dióceses donde se ordenó (27). (26) Cfr. MALENFANT, La uocation missionnaire, cap. II, págs. 11-30. (27) Dice el P. P1mBAL: "La chiamata di Dio, la vocazione, riscr– viamola ncl nostro linguaggio pcr tutto quello che e oggctto divino,
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