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SEGUIDME.-VOC.\CIONES MISIONERAS 115 m1s10nera sólo como una ampliación o una perfección de la sacerdotal. Entre los defensores de esta oprn10n se pueden citar el P. Manna (7), Scavizzi (8), Cataneo (ü), Amendola (10), C·ósar Vaca (11), X. Paventi (12) y otros muchos. He aquí algunas de sus razones: a) El sacerdote debe seguir a Cristo. Se consagra para continuar su obra redentora. ¿ Por qué exigir una nueva vocación en quien ya siente la sacerdotal? Basta comprender a fondo la naturaleza del sacerdocio inte– gral. 1Von .mnt multiplicanda C'ntia sine' necessitate. El sacerdote católico lleva consigo la misión redentora de Cristo, de quien es ministro. En este argumento podemos distinguir dos cosas: vocación misionera en zzn sentido lato y vocación misio– nera en un sentido estricto (13). Concedemos de buen grado que todo sacerdote, en virtud de ordenación sacer– dotal, debe ser el continuador de la misión redentora de Cristo; que debe sentir el espíritu misionero como un deber; que debe tener ardientes deseos de la salvación de las almas y trabajar para que el reino de Cristo se extienda por todo el mundo. Puede y debe amar las mi– siones, rogar por las misiones, trahaj ar por las misiones: (7) Cfr. Vocazione missionaria, págs. 30 y sigs. Roma, 1940. (8) lbíd., pág. 31. (9) Ibícl., pág. 22. (10) Ibícl., p{1g. !if1. (11) La vocación sacerdotal-misionera, en Misiones Extranjeras. Burgos, vol. II. núm. 3, 19,19, págs. !i4-77. (12) Manuale di J1lissionologia, tomo I, púgs. 311 y sigs. Roma, 1949. (13) Para evitar equívocos, lo que algunos llaman vocación mi– sionera en el sentido lato nos parece mejor llamarlo espíritu misio– pero, que se debe dar en todo cristiano, religioso y, a fortiori, en el sacerdote.
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