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114 nn. P. PÍO M.ª DE MONIJilEGANES, º· F. M. CAP. bajan en los territorios considerados, jurídica y teoló– gicamente, países de misión en el sentido estrecho de la palabra? Para mejor dilucidar la cuestión distinguimos tres especies o categorías de personas que se consagran al apostolado misionero: sacerdotes, religiosos y seglares. AilTÍCULO 2. 0 ¿La vocación sacerdotal incluye también la misionera? No hay duda que se necesita una vocac10n especial para el estado sacerdotal. Nínguno debe ser sacerdote, si no es llamado por Dios y por la legítima autoridad de la Iglesia. Ahora bien, ¿ en la vocación sacerdotal va ya incluida la vocación misionera? Todo sacerdote, en virtud de su ordenación, es ya misionero en el sentido estrecho de la palabra. ¿ De tal modo que todo sacerdote, por su misma dignidad, sea también misionero? He aquí la cuestión. Acerca de ella hay dos opiniones: afirmativa y negativa. ÜPINIÓN AFIRMATIVA.-Un gran número de escritores contemporáneos sostienen que toda vocación sacerdotal lleva consigo la misionera; que no se da aquélla sin ésta; que todo buen sacerdote se debe sentir misionero, o, por lo menos, dispuesto a ser de hecho misionero, si el Pre– lado le envía. Que el sacerdote no necesita una vocación especial misionera esencialmente distinta de la sacerdo– tal. Algunos de los que identifican la vocación misionera con la sacerdotal conceden diferencias accidentales, al– gunas variantes secundarias, y consideran la vocación

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