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108 llH. P. l'ÍO ?.L" DE O. F. :\f. C.\P. ---- ¿ Cuánto mús los que no son religiosos o no han profe– sado en una Orden o Instituto que no son por natura– leza misioneros? Gracia y volunlad.-La vocación es obra principal– mente de la gracia de Dios. El Espíritu Santo obra en el alma cuando quiere y como quiere. Inspira e invita a un estado más perfecto o a una determinada carrera. Pero sabemos que la inspiración divina no es eficaz sin la cooperación humana. Con la voluntad de Dios debe co– operar la voluntad del hombre. Sin esta cooperación hu– mana nada se cumple. Para la vocación misionera no basta el llamamiento de Dios, es necesaria la voluntad del hombre, pero no una voluntad efímera, débil, incons– tante. Con hermosas frases y puntos <le admiración no se pescan los peces. El mundo está lleno de veleidades y entusiasmos pasajeros. Son necesarias resoluciones fuer– tes, convicciones profundas para llevar a término las empresas apostólicas. Los ideales misioneros tal vez excitan en algunos j ó– venes ardientes efímeros deseos de conquista, sueños dorados de heroísmo, hazañas de aventuras. Los cami– nos del mundo estún llenos de hombres que por algún tiempo soñaron cosas magníficas y grandiosas en el cam– po del apostolado, pero después, a las primeras pruebas, ante los verdaderos sacrificios, desaparecieron como pol– vo que se lleva el viento. Se necesita una voluntad firme, decidida, constante en las vocaciones religiosa, sacerdotal y misionera. Par– ticularmente en ésta, que supone mayores sacrificios. Los apóstoles son soldados voluntarios de Cristo que per– severan fuertes y fieles en los campos de batalla hasta
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