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SEGUID:',1E.-V0CACI0NES MISIONERAS 105 8. ¡Hay pocos religiosos en las filas provinciales/– Los Prelados religiosos manifiestan también semejantes quejas. "Tengo pocos religiosos para tanto trabajo apos– tólico; no puedo satisfacer todas las peticiones; esca– sean las vocaciones. Lo primero es llenar nuestros con– ventos, luego atenderemos a los demás." Para estos ta– les sirven los mismos argumentos que para los prece– dentes. El celo debe ser universal, sin restricciones, no siempre justificada s. 9. ¡Las misiones las tenemos aqzzi!-Para qué man– dar a los sacerdotes y religiosos a lejanas tierras si en nuestra misma patria hay tantos herejes, tantos incré– dulos, tantos paganos, tantos malos católicos. Si tene– mos tanto trabajo en nuestras aldcns, en nuestros cen– tros obreros, en los suburbios de nuestras metrópolis. Pero a todas estas almas no les faltan sacerdotes, ni iglesias, ni medios para cumplir con sus obligaciones cristianas. Si no cumplen con los deberes de cristianos es porque no quieren. No sucede lo mismo donde la Igle– sia no está todavía establecida. Hay que llevar la Iglesia a todo el mundo y anunciar a Cristo a todas las gentes de la tierra. Lo que quizú se siembra aquí en tierra pedregosa y que no quiere nacer ni echar raíces en otra parte, verbigracia, en la India, en A.frica, en Alaska ... , dará el ciento por uno. La pequeña iglesia <le una parroquia es una partecita del Cuerpo Místico de Cristo; si aqué– lla es estéril, éste se multiplcará y hará cada dia más grande y más universal. Roguemos para que salgan ope– rarios abundantes para todas las mieses cercanas y le– janas. Nuestro espíritu misionero debe ser católico, es decir, universal geogrúfica y etnogrúfkamente.
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