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EL LIBRO DEL MISIONERO.--su ACTUACIÓN APOSTÓLICA 87 lista y propia de todo el mundo, sino como un occiden– tal o americano, que quiere implantar sus respectivas culturas o ciYilizaciones. e) Esta fué la práctica de los primeros tiempos de la Iglesia. San Pablo y los otros Apóstoles eligieron para el sacerdocio y para el episcopado candidatos conver– tidos del gentilismo o del judaísmo. En la Edad Media se escogían del seno de las nuevas cristiandades sus pastores. En las nuevas tierras descubiertas por Espa– ña y Porlugal se retardó más la formación del clero in– dígena por la abundancia de clero extranjero que pa– saba a los nuevos territorios descubiertos. En la Edad Moderna los Sumos Pontífices han disipado muchos pre– juicios sobre este problema y han recomendado viva– mente el fomento de las vocaciones indígenas a la dig– nidad sacerdotal. En lo que llevamos de siglo han aumentado las vo– caciones indígenas en todos los países de misiones, es– pecialmente en Corea, China, India, .Tapón y algunas regiones de Africa. Esas falanges de sacerdotes indíge– nas son la esperanza de un floreciente porvenir para la Iglesia en esos territorios. 2. Formacidn del clero indír,ena.-En esta cuestión son claras las enseñanzas de Benedicto XV : "Mas para que el clero indígena rinda el fruto apetecido es abso– lutamente indispensable que esté dotado de perfecta formación. Para lo cual no basta en manera alguna un tinte de formación incipiente y elemental, la esencial– mente indispensable para poder recibir el sacerdocio. Su formación debe ser plena, completa y acabada bajo todos sus aspectos, tal cual suele darse hoy a los sacer– dotes eu tierras civilizadas. Que no es el fin de la for-

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