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76 DR. P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. ciones y creencias realmente falsas; pero debe tener mu– cha táctica en combatirlas. La Santa Sede ha dado ins– trucciones muy concretas a este propósito: Quae vero prava extiterint, nutibus magis et silentio quam uerbis proscinclenda opporlunitatc nimirwn capta, qua dispo– silis animis acl ucrítafl'm C.1JH'sscndwn, scnsím sine sen– su euellanlzll' (1). En la práctica pueden surgir dudas. Se deben exa– minar cuida<losamt'nte y consultar antes de proceder. 'Jabemos por la Historia las graves controversias que existieron acerca de los ritos chinos, indios y japoneses. Las señales para c0noccr la superstición constan en la teología moral y en las Instnzccioncs ele la S. C. de Pro– paganda Ficle. Artística.---J lay pueblos cultos que ticm'.n su arte pe– culiar. Es necesario respetarlo y no imponer un arte exótico. Dejar a cada pueblo con su genio y con su gus– to artístico en todo lo c1uc no contradiga al dogma y a la moral. Litúrgica.--Los indígenas aman reproducir sus cos– tumbres y sus prácticas religiosas en la liturgia cristia– na. Muchos desean la liturgia en la lengua vulgar. El misionero en este campo debe obedecer a las autorida– des competentes. No debe innovar sin la debida auto– rización eclesiástica. Pero dentro de la legislación <le la Iglesia existe ancho <:ampo y flexibilidad para adap– tarse en el cnnto, en la música, en los templos, en los ornamentos sagrados, en 1as decoraciones, en los sím– bolos, en el estilo y en otras cosas pequeñas que no afec– tan a las prescripciones importantes de la liturgia cris- (1) Instruct. de la S. C. de Prop. Fide, 659. in Collect., vol. !, n. 135.

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