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ximación al amor, a la belleza eterna; la aspiración su– prema del alma a la visión de Dios (8). Hacia la mitad del siglo II de la Héjira empieza a usarse la palabra sufi, derivada de sizf (lana), para designar a los ascetas musulmanes, los cuales, a imita– ción de los monjes y anacoretas cristianos, vestían hú– bitos de lmia o cilicio, se ceñían una cuerda y con un plato en ln mano anda}rnn mendigando la limosna. Asín Palacios afirnrn true los .m/i ful:'.ron los continuadores, dentro del Islmn, de la espirilnalidad cristiana tlel mo– naquismo oriental (fl). Se funda en dos principios fun– damentales: 1) En la práctica fervorosa del culto, que hace nacer en el alma las gracias, realidades inmateria– les e ininteligihles; 2) La ciencia del corazón debe pro– curar al alma una sabiduría experimental. A esta cien– cia del corazón los .m/ i dan un carácter dinúmico. El sufismo, con el tiempo, recibió infiltraciones de la filo– sofía helenista, arislott.''1ica, platónica y plotiniana, y se formaron varias teorías místicas (10). A pesar de los errores del Corán, del fatalismo y del sensualismo de la bienaventuranza musulmana y otros errores, no se puede negar que contiene algunos prin– cipios de ascética y mL,tica muy elevados, probablemen– te derivaciones de la historia bíblica. 8. Espiritualidad prolcstanlc.-El protestantismo se ha dividido en multitud de sectas. Cada una sigue sus doctrinas y tendencias en materia de espiritualidad. Se– gún los principios protestantes la mística se debe fundar (8) Cfr. E!IUDIO o'Ascou, oh, cit., púgs. 451--152. (9) Cfr. i\lIGUEL AsíN PALACIOS, La espirilualíclacl ele Alaa:zel y sel sentido cristiano, vol. II, pág. 13, l\Iadricl, 1935. (10) PAVENTI, ob, cit., pút;. 377.
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